Llegó a España en 2004 desde su Venezuela natal y ese mismo año empezó a vivir en Sevilla. Lo que inició como una aventura se transformó en una opción de trabajo y de vida ante la mala situación que atravesaba su país, para llegar a ser, en la actualidad, su lugar en el mundo. Porque ahora, cuando han pasado más de tres décadas, no se imagina su vida lejos de esta tierra. Los motivos son variados e importantes: Echó raíces al casarse con una sevillana, Rocío; su hija, Alexandra, ha nacido aquí, y se siente muy feliz y realizado en su trabajo.
Pero los comienzos no fueron fáciles. Tardó un año y medio en homologar su título como ingeniero industrial y tuvo que buscar empleo, tras su llegada a Sevilla, en la capital andaluza y en Málaga, donde vivía su hermana. Nunca le faltó el trabajo gracias a su constancia y a no desesperarse. Estuvo en varias empresas, como MP y Albatros, pero también se tuvo que ir dos años a Tecnove, una firma de Ciudad Real que lo obligó a trasladar su residencia. En todos estos puestos de trabajo estuvo como ingeniero de diseño, pero no terminaba de encontrar una responsabilidad consolidada.
Le llegó paradójicamente cuando se acababa de quedar en situación de desempleo, tras su paso por Ciudad Real. Fue en ese momento cuando recibió la llamada del gerente de Surtruck, Juan Gallego, que le proponía incorporarse a la plantilla. Una decisión que cambió su vida en 2016 y le trajo una estabilidad laboral que hasta entonces no había tenido.
“Cuando entré en la Oficina Técnica de Surtruck como ingeniero de diseño éramos dos personas. Ahora somos seis. La empresa ha tenido un crecimiento muy importante en estos seis años y eso es ilusionante”, explica William Ferro.
Con el aumento de plantilla se han podido especializar los cometidos y a William le ha correspondido ser encargado de las homologaciones y actuar como enlace entre la Oficina Técnica y el Departamento Comercial. No es fácil equipar a los vehículos con los últimos productos, que respondan a lo que piden los clientes y que cumplan todas las normativas. Y esa es una de sus principales funciones. También se encarga de las homologaciones, un proceso nada fácil. Y como complemento ha de asistir a charlas, cursos, estar al día de los cambios de normativa, muy frecuentes…
“Lo más difícil es interpretar lo que quiere el cliente y adaptarlo a la normativa y a lo que ofrecen nuestros proveedores. Porque una cosa es lo que nos gustaría que llevaran los vehículos y otra lo que se puede hacer porque sea viable técnicamente. Intentamos siempre poder conseguirlo, y cuando no, buscamos alternativas”, explica.
Otra de sus responsabilidades es dar apoyo comercial en las visitas técnicas a los clientes y explicar los elementos más idóneos que se pueden instalar en los vehículos para conseguir los resultados que se buscan.
A la pregunta de si le gusta su trabajo, responde con una amplia sonrisa. Y a la de cómo se ve en el futuro, contesta sin ninguna duda: “creciendo con la empresa y con más responsabilidad”. Es precisamente ese crecimiento de Surtruck lo que le está trayendo nuevos retos profesionales en su día a día y lo que le lleva a estar a la última “porque la tecnología avanza con rapidez y nosotros tenemos que ir por delante para introducir esas mejoras, ajustándonos a los requisitos del mercado -explica-. Un reto en el que está la clave para ser los mejores”.